UN AÑO EN PANDEMIA
Amaia cerró los ojos y apoyó la frente en la ventanilla. Tenía por delante dos horas de trayecto, con pocas paradas, así que intentaría relajarse. Hacía un año que no visitaba a su madre en la residencia Mª de la Asunción, en su ciudad natal, y estaba inquieta. La llamada recibida días atrás, le había hecho tomar la decisión de coger ese tren y no demorar más la visita. El doctor Sánchez había sido muy claro: los episodios de lucidez de su madre cada vez eran más escasos. La enfermedad ganaba terreno. Si quería hablar con ella, le quedaba poco tiempo. Decidieron internarla hacía dos años. El día que le diagnosticaron Alzheimer tuvieron que actuar con rapidez. Dejarla en casa era inviable. Su marido padecía de los huesos y todos los hijos vivían fuera. Una solución impuesta que aceptaron resignados. Don Manuel, acompañaría a su mujer cada tarde y el resto de la familia los fines de semana alternos. Sin embargo, ese calendario tan estudiado saltó por los aires en marzo de 2020. Con la p