LAS UVAS DE LA SUERTE


 Muy despacio, casi en penumbra, con los restos de luz que aún le quedaba a ese atardecer del 31 de Diciembre, se acercó a la alacena de la cocina. Miró atentamente al interior, lleno de sombras, recorriendo con ojos vidriosos sus estanterías. Cuando por fin localizó lo que estaba buscando alargó con mucho cuidado la mano, concentrándose en controlar el ligero temblor que últimamente le acompañaba, para no romper nada.

Arrastrando en silencio las zapatillas y con delicadeza, dejó los dos cuencos sobre la mesa. Eran los que Pilar solía utilizar los domingos para las natillas. A continuación abrió la ventana, donde en el hueco reposaba "al fresco" la cesta con las uvas que habían comprado aquella mañana.

Una ráfaga de viento gélido se coló entre sus huesos y se apresuró a cerrar ajustando bien la puerta, antes de que se les escapara el calor.

Con un suspiro cansado se dejó caer sobre la silla, buscando una buena postura para su dolorida espalda, y empezó con paciencia el ritual de escoger la ideales en forma y tamaño. Elegir las perfectas para la ocasión. Así lo hacía año tras año desde que podía recordar. Le gustaba. Le relajaba. Y le hacía feliz.

Esta vez sin embargo sería más fácil. Sólo dos cuencos. Sólo veinticuatro uvas. Difícil equivocarse. No como aquel año en el que eran tantos que no cuadraron las cuentas y todo fue un caos. En su boca duró un solo un instante la sonrisa por aquella divertida anécdota familiar, porque inesperadamente una pena profunda se le enroscó en el estómago, subiéndole como un vómito de tristeza hasta la garganta. Pero justo antes de que se transformara en lágrimas, oyó un ruido detrás de él y haciendo un esfuerzo titánico tragó con fuerza y la bola descendió por donde había subido.

"Pero Manuel, ¿ya las estás preparando?, le preguntó su mujer con cara de sorpresa. "Si sólo son las seis...".

"Bueno, ya sabes, quería pelarlas con tiempo porque luego a última hora todo son prisas, y hay que hacer bien para que nos den suerte... ¿has visto que bonitas las estoy escogiendo?".

"Siempre lo hacemos todo bien Manuel, y este año mira cómo nos ha ido...". La voz de Pilar se fue apagando.

Manuel sacudió ligeramente la cabeza y miró a su mujer como siempre miraba a sus nietas cuando venían a pedirle un cuento.

"Pilar, ay Pilar... este año también hemos tenido suerte, aunque tú no lo creas. ¿Estamos juntos, no? De todas formas a la suerte hay que saber llamarla, tiene el oido muy fino y es caprichosa. Mira Pilar, todos los años nos las comemos distraidos, riendo con las ocurrencias de los críos, con Manolo que siempre se atraganta, las chicas pendientes de los teléfonos... y es posible que la suerte que es tan escurridiza aproveche esos momentos para desaparecer sin dejar ni rastro. Pero este año te diré lo que haremos. Estaremos tranquilos tú y yo. Cerraremos los ojos y pensaremos muy fuerte en nuestros deseos para el año nuevo, y así, campanada, uva, campanada, uva, sin perder la concentración... no tendrá escapatoria, ¡la atraparemos!

Pilar, con los ojos llenos de lágrimas y asintiendo con la cabeza se acercó a su marido y le abrazó en silencio. Así permanecieron unos segundos hasta que a Manuel se le empezó a sacudir todo el cuerpo de la risa y entrecortadamente dijo sin dejar ese abrazo tan cálido...

"Bueno, tendremos trabajo extra... hay que desear también por Manolo porque este hijo nuestro no tiene remedio y se atragantará con las uvas, les hará reír a todos y su suerte se la quedará el vecino de enfrente...".

Comentarios

  1. Hay que ser positivo, y superar la tristeza del momento con ilusión y esperanza.. mi deseo para este año es que todas las Pilares y los Manueles, tomen sus uvas tranquilos, sin riesgos y cojan fuerzas para celebrar dentro de poco que está pesadilla ha pasado con todos sus familiares. Feliz año para todos ❤️

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  2. Eso mismo deseo yo... que todas las Pilares y los Manueles se cuiden mucho para disfrutar dentro de poco de todo lo bueno que está por venir... Feliz año ❤️🥂

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