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Mostrando entradas de enero, 2021

ROBO CON SORPRESAS

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 14 de mayor de 1968 Faraón: Hace más de dos semanas que le envié la carta al Americano explicándole cómo recuperar el botín de nuestro atraco. Empiezo a estar nervioso por no haber recibido respuesta, temiendo que el plan se haya ido al traste. Tal y como acordamos, lo guardé a buen recaudo. El cofre con los herretes de oro está enterrado en el patio de al lado. Tranquilo, pertenece a una ancianita inofensiva. La noche del atraco aproveché la oscuridad y su sordera para cavar un agujero junto al único árbol que queda. No tiene pérdida y es poco profundo, puesto que tenía prisa por ocultarlo.  Ahora tengo que dejarte. Oigo a mi vecina hablando sola por la ventana, está como una cabra. La pobre debe aburrirse porque cocina y cocina durante todo el día. Acaba de sacar dos bandejas de magdalenas y como no sabe qué hacer con ellas, en breve vendrá a ofrecérmelas. Aprovecharé la ocasión para darle esta carta y que sea ella la que la lleve al buzón, como hizo con la anterior. Esperando recib

CUESTIÓN DE VIDA O MUERTE

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 Hacía un día maravilloso, espléndido, para quedarse en casa. Las previsiones habían sido malas y los peores pronósticos se habían cumplido. Sin embargo, no podía darles plantón. Ya se había comprometido y él era muy cumplidor. Se ajustó bien la gabardina, cogió el paraguas grande y se aventuró bajo la lluvia. Desde luego, la tarde no podía ser más oscura y desapacible. Las tonalidades del cielo poco o nada se diferenciaban de las que tenía al caer la noche. Sabía que iba muy justo de tiempo, por lo que apretó el paso. La hora de la merienda estaba a punto de finalizar y, a continuación se sentarían en círculo en la salita donde le esperaban cada jueves. Expectantes. Con las miradas llenas de una ilusión infantil en sus vistas cansadas. Era el mejor momento de la semana. Para ellos. Para él. Había sido una suerte que aquella ONG hubiera contactado con su parroquia para solicitar ayuda. Leerles en voz alta cuentos y leyendas le llenaba de satisfacción. Eso sí era estar cerca de Dios. Un

A ROSA

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 Me llamo Ana y soy maestra. Cuando repaso mi vida, a menudo pienso que esta profesión, vocacional sin duda, la llevaba impresa en mi código genético (dos de mis tías se dedican a ello). O quizá se gestó, lentamente, durante los ocho meses que estuve en el vientre materno. A lo mejor es una idea absurda, que carece de fiabilidad científica o de la exactitud de una fórmula matemática. Sin embargo, puedo apoyar esta teoría con nuestra historia para que no resulte descabellada. Empezaré con un detalle importante: nunca estuve sola, y eso marcó el destino de mis decisiones futuras. Nuestros padres, primerizos, nos esperaban doblemente ilusionados. Es verdad que cuando oyeron la palabra mellizas, su mundo se puso patas arriba. Mi madre, a la que rara vez se le iluminan los ojos, disfruta recordándolo y lo revive con una ilusión que demuestra que en cuanto se recuperaron del susto, ya no se hubieran conformado solo con una. Al principio, repartieron equitativamente su tiempo: tomas, cambios

EL OSITO TEDDY

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"Te voy a contar un secreto". ¿Puedes creer, que eso fue lo primero que me dijo Carmenchu al llegar a su fiesta de cumpleaños? Por eso me hizo sentir tan especial, porque ella nunca comparte sus secretos conmigo. Incluso me agarró de la mano suavemente, te diré que nunca me toca, y me hizo confiar en su dulce sonrisa. ¿Cómo iba a pensar yo que me iba a encerrar en el desván? Para que no la avergonzara, me dijo después, con mis malos modales y el vestido prestado. Que la hija de los criados no debía juntarse con sus finas amigas, de lazos perfectos y exquisita educación. Ya me pareció a mí raro que "la Carmenchu" me hubiera invitado. En realidad fue cosa de su abuela, ella sí que es buena. Se lo dije a mamá mientras me acicalaba, pero no me quiso escuchar. "Marita, te voy a poner muy guapa para la merienda, no sería un buen gesto rechazar la invitación. Lavaremos bien esas orejas, arreglaremos tu pelo y disfrutarás del convite con las demás niñas. Vienen por lo

QUERIDOS REYES MAGOS

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 Noche del 5 de enero, y aquí estoy, sentada en el salón, mirando distraída sus zapatos bajo el árbol. Y así llevo el día entero. Pensativa y ausente. Desde que esta mañana, por casualidad, mientras ordenaba un cajón lleno de papeles, las he encontrado. Ni me acordaba de que estaban allí, bien dobladas y ordenadas por fechas en una carpeta. Todas las cartas que mi hijo les ha escrito a los Reyes Magos. Leerlas ha supuesto un auténtico viaje en el tiempo para mí, a través de su maravillosa mente infantil. De su puño y letra he vuelto a recorrer sueños y deseos. Los más grandes, los mas pequeños. Los inalcanzables también. Esos que nos obligaron a su padre y a mí a ponernos de puntillas y estirarnos, para bajárselos desde el cielo, porque, ¿qué no hacemos los padres para que ellos vivan esta noche mágica? He sonreído al observar su letra, como ha ido evolucionando. He disfrutado de su forma de juntar las palabras para dar sentido a las frases. Sus trazos y dibujos, como han ido cambiando