HAPPY HALLOWEEN
Cuando miro la fotografía que tengo en el aparador de la entrada, me viene a la memoria aquel fatídico Halloween de 1834. ¡Alguien tuvo el alma tan negra como para robarnos las escobas a Matilde y a mí! ¡El infierno lo acoja en su gloria! Habíamos dedicado la mañana a sacarles brillo, incluso me rompí una uña en el empeño, porque queríamos que lucieran relucientes en la celebración de la noche de difuntos, tal y como manda la tradición. Unas horas antes del atardecer, las dejamos aparcadas delante de "La bruja de Ohm" y, cuando salimos de comprar los ingredientes que necesitábamos para el conjuro que haríamos más tarde con nuestro aquelarre, ¡habían desaparecido! ¡Sapos y culebras! Yo me disgusté muchísimo, a punto estuvo de darme un "parraque", pero Matilde... ¡Ay, mi pobre Matilde! Ella perdió la voz durante días y su verruga creció y viró a un color azulado que, a día de hoy, aún conserva. La cosa no podía haber empezado peor y ya auguramos que iba a ser la noc