EL OSITO TEDDY



"Te voy a contar un secreto". ¿Puedes creer, que eso fue lo primero que me dijo Carmenchu al llegar a su fiesta de cumpleaños? Por eso me hizo sentir tan especial, porque ella nunca comparte sus secretos conmigo. Incluso me agarró de la mano suavemente, te diré que nunca me toca, y me hizo confiar en su dulce sonrisa. ¿Cómo iba a pensar yo que me iba a encerrar en el desván? Para que no la avergonzara, me dijo después, con mis malos modales y el vestido prestado. Que la hija de los criados no debía juntarse con sus finas amigas, de lazos perfectos y exquisita educación.
Ya me pareció a mí raro que "la Carmenchu" me hubiera invitado. En realidad fue cosa de su abuela, ella sí que es buena. Se lo dije a mamá mientras me acicalaba, pero no me quiso escuchar. "Marita, te voy a poner muy guapa para la merienda, no sería un buen gesto rechazar la invitación. Lavaremos bien esas orejas, arreglaremos tu pelo y disfrutarás del convite con las demás niñas. Vienen por lo menos veinte, te divertirás".

Y tanto que ha sido divertido. Al final no ha estado nada mal, porque en ese desván se guardan muchos tesoros, montones de cuentos para vivir mil y una aventuras. ¿Sabes lo mejor de todo? Que ha sido una suerte que me engañara, porque cuando los mayores lo han descubierto, al final de la tarde, se han enfadado muchísimo con ella y la han obligado a pedirme perdón. Después, me han permitido elegir uno de sus juguetes. ¡Cómo lloraba Carmenchu! Se pensaba que iba a quedarme con alguno de los regalos de cumpleaños. Pero yo ya sabía a quién quería más que a nadie en el mundo. Llevabas mucho tiempo olvidado en ese rincón. Que alegría poder ir a buscarte y decirles a todos, feliz, ¡¡el osito Teddy para mí!!

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