A ELLA


 El lecho viscoso acuna un sueño placentero. Burbujas amnióticas entonan la nana. Una sacudida lo despierta. Nota el epicentro del maremoto en su ombligo. El nido, que parecía seguro, se precipita al vacío. No puede agarrarse pero conoce el camino, como un atleta que, en la posición de salida, ve la meta. La luz, una centella. El frío, un mordisco. Y por fin, ella.

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