EL REY LEÓN


Me acomodo frente a él, esperando sus  indicaciones, conocedor del carisma que desprendo. Siempre he sido orgulloso y petulante, lo reconozco, especialmente desde que mi padre señaló con su garra nuestros confines y me dijo que de todo cuanto veía sería el rey. Apenas era un cachorro, alocado e inexperto. ¡Bendita inocencia!


"Papá..."

Hace tanto tiempo que me despedí de ti que los contornos de tu porte regio se desdibujan en mi cabeza y desaparecen flotando en partículas, como lo hace el polvo que cubre las llanuras al acercase el viento y soplar con fuerza. A mi hijo no le ocurrirá lo mismo. Cuando me convierta en recuerdo y mi cuerpo descienda hasta  lo más profundo de la tierra, permaneceré sempiterno en su memoria. 

—Majestad, sitúese frente a mí y fije su mirada en este punto que le señalo. Las patas así, tocándose ligeramente, pero sin llegar a juntarse. Intente relajar el semblante y permanezca inmóvil. Este retrato será mi gran obra maestra y nos convertirá a ambos en leyenda. 

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